RESEÑA #54: HARRY POTTER Y LA ORDEN DEL FÉNIX
¡Hola a tod@s! J
Volvemos a la rutina, chic@s.
En vistas de que el martes empieza septiembre – no lloréis, no lloréis… Ya
queda menos para Navidad –, he decidido que el blog va a recuperar el ritmo de
siempre: entrada todos los viernes (a no ser que
algún día tenga cosas que hacer y la suba el sábado o el domingo, pero, vaya,
que no creo). Esta vez os traigo la quinta parte de una saga que me
está encantando. Y diréis “hace mil años que lo leíste”. Sí, bueno, una vez
más: perdonad mi evidente caos.
Por cierto… ¿Os habéis fijado
en algo? Si miráis a vuestra derecha, en el marco de seguidores… ¡¡VERÉIS QUE SOMOS 201!! ¡¡201!! ¡¡Un
millón de gracias a tod@s, en serio!! Sin vosotr@s este blog no sería nada J
Ficha técnica
Título: (Harry Potter 5)
Harry Potter y la Orden del Fénix
Autora: J.K. Rowling
Editorial:
Salamandra
Número
de páginas: 896
ISBN:
9788498383621
Precio:
15,00€
Sinopsis
Las tediosas vacaciones en casa de sus
tíos todavía no han acabado y Harry Potter se encuentra más inquieto que nunca.
Apenas ha tenido noticias de Ron y Hermione, y presiente que algo extraño está
sucediendo en Hogwarts. En efecto, cuando por fin comienza otro curso en el
famoso colegio de magia y hechicería, sus temores se vuelven realidad. El
Ministerio de Magia niega que Voldemort haya regresado y ha iniciado una
campaña de desprestigio contra Harry Potter y Dumbledore, para lo cual ha
asignado a la horrible profesora Dolores Umbridge la tarea de vigilar todos sus
movimientos. Así pues, además de sentirse solo e incomprendido, Harry sospecha
que Voldemort puede adivinar sus pensamientos, e intuye que el temible mago
trata de apoderarse de un objeto secreto que le permitiría recuperar su poder
destructivo.
Reseñas de libros anteriores
Mi opinión
Si bien Harry vive un verdadero episodio
traumático con el retorno de Voldemort, la vida transcurre con aparente
normalidad. Dumbledore
no se interpone en lo que a la rutina veraniega respecta: Harry debe volver a
Privet Drive, con su odiosa familia algo que para el chico se convierte en un
castigo. ¿Qué chico de quince años quiere pasar el verano intentando
ver en las noticias algún episodio fuera de lo normal, cualquier indicio de que
Voldemort ha empezado a sembrar el pánico?


J.K. Rowling,
por quinta vez consecutiva, ha conseguido no sólo que me quede con la mandíbula
desencajada y los ojos abiertos como platos, sino que con esta quinta entrega
las risas, las sonrisas y las emociones han ido acompañadas de lágrimas,
frustraciones y verdadero odio. La trama se vuelve seria de un modo
completamente palpable. Nuestros tres magos
protagonistas ya no son niños pequeños, son personas
muchísimo más maduras, que se enfrentan a retos cada vez más complicados.
Mientras se
considera la expulsión de Harry, llegan una serie de magos – entre ellos Ojo Loco Moody y Tonks – que le piden
que recoja sus casas para partir hacia el cuartel de la Orden del Fénix.
Harry accede todavía desconcertado por lo que ha
acontecido en un período tan corto de tiempo y descubre con estupor que el cuartel es la
antigua casa de los Black, una casa venida a menos que Sirius, su padrino, ha
heredado de su difunta madre, con todo lo que ello conlleva.

Una aparente
rutina teñida de momentos álgidos se apodera del cuartel para los tres amigos,
Fred, George y Ginny. Las sospechas, junto con las especulaciones, se
convierten en el eje que regirá sus vidas durante las últimas semanas de
verano. Lo que ninguno de nuestros protagonistas puede imaginar es que ese año
en Hogwarts pasarán demasiadas cosas para las que, tal vez, no estén del todo
preparados.
Y
ahora… Bienvenid@s a la Zona Spoiler
Quiero recalcar
dos cosas. La primera es que no concibo cómo J.K. Rowling ha podido crear una
historia tan sumamente cargada de pequeños detalles sin olvidar un solo de
ellos. La segunda es que, si bien no suelo adorar a todos los personajes que
nos pintan de “buenos”, en esta novela he adorado aún más a Ron, Hermione,
Harry, Neville, Fred y George. Sé que es un poco prematuro, pero,
sin duda, para mí siempre serán los mejores de la saga.
Como cada año
en la escuela de Magia y Hechicería Hogwarts, el puesto de profesor de Defensa
contra las artes oscuras está vacante. ¿Cuál será la sorpresa de
Harry al ver sentada en la silla de la mesa de profesores a Dolores Umbridge,
una de las brujas pertenecientes a la orden de Wizengamot? – Algo que sabe
gracias a su visita al Ministerio de Magia para saber si se quedaba o no en el
colegio –. La
mujer se muestra de lo más repelente desde el primer momento: quiere dejar
clara la influencia del Ministerio en Hogwarts, aunque lo peor es la poca
preparación con la que instruye a los alumnos y es que el Ministro cree que
alumnos como Harry, bajo la influencia de Dumbledore, pretenden crear un
ejército en su contra (no me digáis que ese hombre no está
enfermo, por favor) ya que… ¿Quién narices se cree que Voldemort, el Señor
Tenebroso, ha regresado?
Harry empieza a
ver cambios no sólo en la actitud de sus compañeros – se preguntan cómo murió Cedric Digory, por qué
Harry sobrevivió y por qué El profeta
dice que todo lo que Harry y Dumbledore dicen es mentira –, pero no es eso
lo que le inquieta. ¿Por qué parece que Dumbledore le evita? ¿Qué ha pasado con
ese hombre, el que ha sido su confidente durante cuatro años de su vida? ¿Y
Hagrid? ¿Por qué la profesora Sprout le sustituye en la asignatura de Cuidado
de criaturas mágicas?
Las cosas se
van de madre poco tiempo después de empezar el curso: Umbridge somete a
continuas evaluaciones a todos los profesores y castiga brutalmente a Harry por
insistir en que Voldemort ha vuelto y que sus clases no sirven para nada.
¿Y por qué se va de madre? Umbridge se declara Suma Inquisidora de Hogwarts, algo
que hace que tanto Harry como Ron y Hermione empiecen a investigar a fondo qué
diablos está pasando pero una noche, antes de Navidad, Harry sueña que es una
serpiente que se arrastra hasta Arthur Weasley, mordiéndole y dejándole
inconsciente. El basilisco de Voldemort. Voldemort. Sus sueños. ¿Qué
relación hay?
Dumbledore,
haciendo caso omiso de su anterior rechazo hacia el chico, aunque con cierto
recelo, indica a Harry que deberá asistir a clases de oclumancia – un arte mágico que consiste en el bloqueo
mental – con
Snape. Esta parte se me antojó francamente interesante. Llevo
desde que empecé la saga con la mosca tras la oreja en lo que a este mago
respecta. Se nos dice que perteneció a los mortífagos, sin embargo Dumbledore
se fía ciegamente de él. ¿Por qué entonces, me pregunto, odia tanto
a Harry? Las
clases con Snape, como es evidente, no resultan de gran ayuda para nuestro
joven mago, sin embargo un día, cuando Draco Malfoy va a buscar al profesor de
pociones, Harry entra en el pensadero que Dumbledore ha dejado para Snape y
descubre toda una serie de recuerdos escabrosos. James Potter, junto
con Lupin, Sirius y Peter, eran algo así como unos matones – al menos así lo
entiende Harry – que se dedicaban a hacer la vida imposible a Snape, un chico
inadaptado demasiado obsesionado con la clase de Defensa contra las Artes
Oscuras. ¿Y qué puede sacar en claro de ahí? ¿Por qué de golpe su padre, James,
le parece un matón de poca monta como lo es Draco Malfoy?
Podría pasarme
horas hablando del libro, con todas las dudas que me fueron asaltando, con todo
lo que sentí y, sin embargo, todo lo que pueda decir no alcanzaría para que
supierais lo mucho que me ha gustado. Son casi 900 páginas – una
suma bastante intimidante – y, pese a que he tardado lo mío en leerlo, no puedo
decir que haya una sola página de relleno. Cada página, cada párrafo, cada palabra… hacen de Harry Potter y la Orden del Fénix una
verdadera maravilla literaria.
Me gustó mucho
que Harry plantara cara a todo el Ministerio con las reuniones del Ejército Dumbledore, me maravilló ver
como se enamoraba poquito a poco de Cho para después llevarse un gran chasco y
me fascinó el cómo, pese a ser pillados, Hermione puso nombre y apellidos a la
chivata, la mejor amiga de Cho, con su hechizo – uno que se rompe al dejar de guardar el secreto
de las reuniones –. Me pareció realmente chocante que Umbridge estuviera lo
suficientemente enferma como para formar una Brigada Inquisitorial, pero me
pareció aún peor que se coronara Directora con la partida de Dumbledore al
hacerse responsable de la organización creada por Harry, Ron y Hermione.

Os juro – y yo no suelo jurar – que odio a esa
mujer. ¿Cómo puede haber alguien tan sumamente asquerosa como Dolores Umbridge,
por el amor del cielo? La mujer no tiene reparos en coaccionar a Neville, Luna,
Ginny, Ron, Hermione y Harry, junto con su estúpida Brigada Inquisitorial, para
que le den una información que ellos ni siquiera poseen: el paradero de
Dumbledore. Por suerte, Hermione es más lista y engaña a la mujer llevándola al
bosque y entregándola a los centauros; pero en ese momento la noche no ha hecho
más que empezar.
Me destrozó el
final del libro. Quiero decir: me maravilló ver la complejidad de la trama, el
cómo el pasado de Harry, irremediablemente unido al de Voldemort, le rebotó en
las narices; sin embargo lo que hizo Bellatrix… La odio tanto o más que a Dolores Umbridge.
Simplemente la odio. La conversación entre Dumbledore y Harry fue realmente
trascendental, algo que en parte se podía intuir, pero que, de todos modos, es
fascinante.
Con todo, Harry Potter y
la Orden del Fénix es una novela mucho más compleja que sus predecesoras.
Aunque la trama se cuece a fuego muy lento, J.K. Rowling no nos aburre en
ningún momento, regalándonos, junto con su prosa exquisita, momentos
desternillantes, tiernos y tristes. Me muero por leer la sexta parte… el final
cada vez está más cerca.
Nota:
4.5/5
Citas
(…)
-¿Son médicos? – le preguntó a Ron en voz baja.
-¿Médicos? – repitió Ron con asombro –. ¿Esos muggles chiflados que
cortan a la gente en pedazos? No, son sanadores.
(…)
(…)
-Son estos…, ¡ay!..., zapatos que me regaló mi hermano… ¡Uy!... Se me
están comiendo los…, ¡AY!..., pies, mire, deben de tener algún…, ¡AAAY!...,
embrujo, y no puedo, ¡UUUY!, quitármelos – dijo saltando con un pie y luego con
el otro, como si bailara sobre brasas ardiendo.
(…)
(…)
-¡Feliz Navidad! – exclamó George –. Pero no bajéis hasta dentro de
un rato.
-¿Por qué? – Preguntó Ron.
-Porque mamá está llorando otra vez – contestó Fred con gravedad –.
Percy le ha devuelto el jersey de Navidad.
-Sin ninguna nota – añadió George –. No ha preguntado cómo se
encuentra papá, ni ha ido a visitarlo ni nada.
-Hemos intentado consolarla – prosiguió Fred, y rodeó la cama para
ver el cuadro de Harry –. Le hemos dicho que Percy no es más que un montón de
excrementos de rata podridos.
-Pero no ha funcionado.
(…)
(…)
-Sólo los muggles hablan de <<leer el pensamiento>>. La
mente no es ningún libro que uno pueda abrir cuando se le antoje o examinarlo
cuando le apetezca. Los pensamientos no están grabados dentro del cráneo para
que los analice cualquier invasor. La mente es una potencia muy compleja y con
muchos estratos, Potter, o al menos así son la mayoría de las mentes.
(…)
(…)
George bostezó y miró
desconsoladamente el nublado cielo nocturno.
-Me parece que no quiero ver ese partido. Si Zacharias Smith nos gana
tendré que matarme.
-Querrás decir que tendrás que matarlo a él – lo corrigió Fred con
firmeza.
(…)
(…)
-Lo bueno de crecer con Fred y George es que acabas pensando que
cualquier cosa es posible si tienes suficiente coraje – dijo Ginny con aire
pensativo.
(…)
(…)
-Hermione – dijo Ron con voz contenida e indignada –, ¿quieres hacer
el favor de dejar de regañar a Harry y escuchar a Binns, o voy a tener que
tomar yo mismo apuntes?
-¡Pues podrías tomar apuntes, para variar, no te morirías!
(…)
(…)
-¡Esto es genial! – intervino Ron, emocionado –. ¡Tú tienes la culpa
de todo, Harry, mi madre no podrá acusarme de nada! ¿Me dejas que se lo diga?
(…)
(…)
-De hecho, tu incapacidad para comprender que hay cosas mucho peores
que la muerte siempre ha sido tu mayor debilidad.
(…)