RESEÑA #74: EL LIBRO DE LA ALQUIMISTA
¡Hola, hola, hola!
Espero que sepáis cómo narices
se puede conseguir una barca, porque si sigue lloviendo así las personas que no
sepan nadar lo tienen difícil. Pero bueno, ¿cómo os trata la semana? ¿Vosotr@s
tampoco queréis salir de casa? ¡Hace un frío de mil demonios y llueve! ¡Vaya
mezcla!
Dejando de lado el fascinante
mundo del tiempo, ¿qué tal si pasamos a algo un poquito más ameno? ¡Dentro
reseña!
Ficha técnica
Título: (Vanir 6) El
libro de la alquimista
Autora: Lena Valenti
Editorial:
Vanir
Número
de páginas: 512
ISBN:
9788493933890
Precio:
21,90€
Sinopsis
Dos
mil años sin sentir nada son demasiados, incluso para un inmortal como Cahal
McCloud. En el pasado, los dioses Vanir lo castigaron por violar las leyes y lo
relegaron a una eternidad sin emociones, convirtiéndolo en un crisol vacío,
hasta que encontrara a su pareja de vida y esta le devolviese todo lo perdido. Pero
nunca imaginó que su cáraid estaría de parte de Loki y sus jotuns, que lo
secuestraría y lo torturaría durante interminables y agónicos días. Ahora, por
fin, las tornas se han cambiado, y es la científica quién está a su merced. Su
sangre le dará un enorme poder, el druida en él despertará y su secreto don
será requerido en la lucha contra Lucius y Newscientists, pero nada le
importará más al vanirio que vengarse de su verruga. Aunque su alma esté
eternamente atada a la de él, aunque los destruya a los dos, llevará a cabo su
cometido hasta las últimas consecuencias. Él no se pudo proteger de ella, ahora
nadie la podrá proteger de él.
Reseñas de libros anteriores
Mi opinión
Me moría de ganas por hincarle el diente a
esta pequeña joyita y es que, como ya sabéis, Lena Valenti se ha convertido en
una de mis escritoras favoritas. Esta mujer, amigas y amigos, hace magia.
Magia a través de algo tan bonito y efímero como las palabras.
Después de cinco entregas de infarto, con sus
más y sus menos, llegamos a una sexta que nada tiene que envidiar a sus
predecesoras y es que Cahal McCloud es un personaje que vale la pena conocer a
fondo. No pensaba lo mismo de Mizar. Como recordaréis, nuestro druida
sufrió lo indecible en manos de esa mujer rubia y desalmada, esa chica fría
como el hielo. Una chica a la
que yo le deseaba cosas terribles, si me permitís la licencia, pero a la que al
final le he cogido tanto cariño como a nuestro Magiker.
Después de ser
rescatado de las garras de Lucius, Patrick y Hummus, Cahal decide llevarse a su
caráid, la mujer que le ha devuelto a la vida de los sentidos, sentimientos y
emociones, a una de sus casas, lejos de todo el mundo. El caso es que,
después de todo lo sufrido, pensé que nuestro querido druida sería, cuanto
menos, cruel y despiadado en su trato. Me esperaba una versión más bruta de
Caleb McKenna, así que podéis imaginar cuál fue mi sorpresa al comprobar que no
fue así. Ni mucho menos. Cahal es, en todo momento, un hombre dulce, paciente y
zalamero; un vanirio que sabe lo que provoca en las mujeres, ¡y no
es para menos! Un
amor de hombre, sí, sí. Una pena que no podamos decir lo mismo de la pequeña
Miz.
Os prometo que me esforcé en odiarla. Quería
despreciarla por todo lo que había hecho pero, sencillamente, no pude. Miz es una
mujer valiente, una chica práctica que sabe lo que se espera de ella y que
acepta su destino. Cabezota a dolor, sí, pero oye, tiene sus
motivos. Su infancia, ¡cómo no!, fue terrible. Los lobeznos y vampiros mataron a sus
padres y a su hermana delante de sus propias narices y ella fue poco más que un
juguetito para esos seres despreciables, una chica que era demasiado
inteligente para matarla. Una chica que resultó ser un catalizador para el
druida.
Una vez más, nuestra Lena Valenti lo ha
conseguido. He querido arrancarme los pelos de la cabeza leyendo este libro
tantas veces que no podría contarlas con los dedos de las manos. Me ha gustado
el hecho de volver a encontrarnos con una chica que no sabe nada del
maravilloso mundo oculto entre la raza humana, porque gracias a ello Miz es
mucho más creíble, más consecuente. Ella
sólo cree en la ciencia, en lo que puede pasar con la materia, en lo que logran
los avances médicos… Le choca sobremanera ver que hay mucho más allá de lo que
ven sus ojos, mucho más de lo que ella misma puede llegar a concebir. Y eso es
maravilloso. Maravilloso porque nuestra pequeña científica sólo puede seguir
mirando hacia adelante y asimilar toda la información que llega hasta ella.
Supongo que es
un buen momento para comentar lo mucho que me gustaron las nuevas
incorporaciones y es que, a mi juicio, Daimhin va a ser una protagonista
maravillosa, una barda que va a dar mucho de lo que hablar… chica
que se las va a tener que ver con un chico al que ni siquiera conoce todavía.
Me fascinó que hiciera tan buenas migas con la científica, dejando el pasado
donde debe estar: enterrado y olvidado. Lo mismo para Carrik, Beatha y Gwyn. La familia de
Daimhin pasa a ser de lo más importante entre las páginas de la novela y es que
ellos y sólo ellos saben lo que es ver día tras día a una de las implicadas en
el genocidio que se llevó a cabo entre las filas de Newscientist, una
organización que, a mi juicio, merece arder. ¡A ver si mi pequeño
deseo se cumple prontito!
Pasando a comentar la relación entre Cahal y
Miz… Chapó. No
creía que pudiera surgir algo tan condenadamente bonito de dos personas tan
antagónicas, tan diferentes… Ella, un cerebrito con un humor más bien escaso; él, todo
sonrisas, un hombre con don de gentes. Dos caras de la misma moneda, al fin y
al cabo, porque Cahal saca lo mejor y lo peor de sí mismo en presencia de la
mujer que ha hecho verdaderas perrerías creyendo estar en el bando correcto. Tal vez mi único reparo esté en el cómo nuestro druida
convierte a Miz. No me acabó de parecer justo que tuviera que hacerlo delante
de todo el mundo aunque, bien mirado, era la única forma de que no acabaran con
la vida de la científica.
No diré nada más a este respecto, aunque sí haré una
pequeña referencia a tres personajes que cobran mucha importancia en el libro.
Noah, el berserker adoptado por As, sigue pareciéndome demasiado encantador.
Tanto que duele, y es que éste pobre hombre carga con una cruz y unos secretos
que nadie, ni siquiera él, conoce. Me muero de ganas por saber cuál
es su verdadero papel en todo esto. Ardan y Bryn son, sin duda, las dos nuevas piezas de un
rompecabezas más que intrincado. Comentaba en las reseñas de la cuarta y la
quinta entrega que la valkyria merecía toda la ira del highlander pero ahora,
después de saber cómo se las gasta Ardan, tengo mis dudas. No me gusta el desprecio con el que la trata.
Está dolido, vale, ¿pero acaso es eso motivo suficiente para convertirla en su
esclava?
Y, ahora, bienvenid@s a la Zona Spoiler
No acierto ni una. Tenía claro que Cahal iba a tener un poder
más que envidiable, pero en ningún momento imaginé que pudiera llegar tan sumamente
lejos. Supongo que el problema fue que centré toda mi atención en todos y cada
uno de los movimientos de Miz. Un fallo
pasable, sin duda, porque la chica se convierte en todo un problema para todos
los presentes en el centro que Adam construyó para Ruth, el Ragnarök. Me
pareció muy noble por parte de Menw hacer el esfuerzo de no odiarla, lograr
tratarla como a una igual casi al mismo tiempo que todos los niños.
Las que más se hicieron de rogar fueron nuestras chicas favoritas, Daana,
Aileen y Ruth, pero, oye, al final lo hicieron, que es lo importante.
La historia sigue las
líneas de las novelas anteriores: parar los pies al enemigo y descubrir cómo de
algo tan retorcido puede surgir algo tan bonito como el amor. Me pareció francamente sorprendente
que Cahal se diera cuenta tan rápido de que realmente estaba enamorado de ella;
supongo que esperaba que Miz se rindiera más pronto, que agachara la cabeza y
con la boca pequeña dijera todo lo que se esperaba de ella. Pero no lo hizo y,
contrariamente a lo que podáis pensar, eso hizo que la apreciara aún más como
protagonista. No creáis que soy una desalmada, ¡todo lo contrario! Lo
que quiero decir es que me gustó que Lena Valenti creara a una protagonista
femenina tan fuerte, tan segura de sí misma.
Muchas veces he
hablado de lo mucho que me gusta la visceralidad en los protagonistas. Miz fue
precisamente eso: una chica visceral, tan dulce como calculadora, tan cariñosa
como arisca. Tan fría como alguien que lo ha perdido
todo y ya no le queda nada por lo que luchar; pero lo suficientemente humilde
como para querer dar su vida a cambio de proteger a Eon, el pequeño vanirio
desfallecido. Ese niño de apariencia enfermiza y débil que luego resultó ser una
pieza clave. No quiero desvelar nada más en lo que a esto se
refiere, pero sí que os diré algo: no podía creerlo, sencillamente no tenía
ningún sentido. Hasta que lo tuvo, por supuesto.
Lo más bonito
de esta historia, si me paro a pensarlo, no es tanto la rendición de Miz; sino
como ambos se redescubren a sí mismos. Se habla mucho de gente que
no sabe realmente quién es hasta que un día un bofetón de realidad le azota,
¿cierto? Bien, pues en este caso es justamente eso lo que llega a nuestros
protagonistas. Un grandísimo bofetón que manda a Cahal directo a un lugar
mágico… un lugar del que no os pienso hablar, porque quiero que leáis el libro.
Mis últimos
comentarios harán referencia a Noah y Nanna. Permitidme que diga que estoy
hasta las santas narices de los juegos de Freyja. Esa mujer dice más cuando
calla que cuando habla y eso, creedme, me pone enferma. Ya es mala pata que nuestro pobre berserker no
sepa quién es realmente más allá de la misteriosa referencia que hace Hummus
hacia él, llamándolo “Niño perdido”,
como para que encima la muy desgraciada de Freyja no permita a Nanna que Noah
la toque. Algo obvio, teniendo en cuenta que las valkyrias deben ser vírgenes,
¿sí? ¡Pues ya está bien, leche! Ella es la kone de Noah. Todo el maldito mundo
lo sabe. Así que me puse muy contenta cuando por fin la diosa movió ficha y
desveló la ubicación de la valkyria, la encargada de recoger a los caídos, a
nuestro chico misterioso. Tengo mis teorías, claro, pero como no me apetece
humillarme cayendo en errores, por el momento me las reservo.
Con todo, El libro de la alquimista es una sexta parte tan maravillosa como las
anteriores. Con unos protagonistas sencillamente geniales y una prosa
deliciosa, Lena Valenti vuelve a sumergirnos en el trepidante mundo de nuestros
guerreros regalándonos, una vez, momentos que hacen que temblemos de emoción.
¡Qué ganas de leer el séptimo!
Nota:
4,5/5
Citas
(…)
A
Cahal, en cambio, le hablaban las estrellas. Todo el universo hablaba con él;
la naturaleza se comunicaba en su propio idioma y le sobrecogía su claridad y
la poca maldad que había en ello. El cielo era único y no juzgaba a nadie.
(…)
(…)
No sabía si ese hombre la protegería o no,
pero entendió de una manera cruel que querer mucho a las personas hacía que
estas desaparecieran.
Nunca más volvería a querer.
(…)
(…)
Él, que estaba en su cabeza, se había
descubierto sonriendo ante algunas de sus ocurrencias, admirando otras y
frunciendo el ceño a las que lo ponían a la altura del betún. Porque él no era
ni un hijo del demonio, ni hijo de una puta, ni un híbrido entre enano y
gilipollas y, ni mucho menos, un descerebrado macho cabrío comepollas a punto
de desgarrarla.
(…)
(…)
-Bueno, el amor se tiene que pelear día
a día – le susurró Adam dándole un beso en la mejilla –. Y estos dos se
pelearán mucho. Como esas novelas que tanto te gustan en las que los protas se
discuten por sus diferencias y luego se reconcilian como conejos.
-Son las mejores, ¿acaso no lo sabes,
lobito? La vida es caos. El amor también lo debe de ser, de lo contrario, sería
falso.
(…)
(…)
Eso era lo que más le gustaba de ella. No
mentía. Era franca, honesta y directa; y lo que algunas tardarían en reconocer
solo por hacerse las remolonas, ella no lo haría. ¿Por qué fingir que no sentía
nada cuando lo sentía?
(…)
(…)
-Oh, caray. Menudo humor ha sacado esta
– la señaló con el pulgar, mirando a Cahal con diversión –. Robin está muy
bien, guapa – respondió contestando a la pulla de la rubia –. De hecho me ha
dicho que estaba dando caza a tu padre, el doctor Frankenstein.
(…)
(…)
No
lo toques.
No soy yo. Ha sido él. Contestó
interesada por su comportamiento neardental.
Entonces, suéltalo. No quiero olerte y
detectar olor a perro en tu piel.
-Ni yo quiero oler a zorra en la tuya –
esto último lo expresó en voz alta, con tanta contundencia y espontaneidad que
los dos se sorprendieron.
(…)
(…)
-Honra a tu familia disfrutando todo lo
que puedas, de aquello que te rodea y deseas. Si no lo haces, ellos habrán
ganado. Y no queda mucho tiempo, doctora. Tarde o temprano todo volará por los
aires; y no habrá nada que lamentes porque no habrás vivido nada con la
intensidad suficiente como para echarlo de menos.
(…)
(…)
Nunca había sido dueña de nada. Ser o no ser
dueña de algo era, incluso, un término demasiado posesivo como para apreciarlo.
(…)
(…)
Y
la besó. Le dio un beso de esos que la dejaban a una con los ojos vueltos. Sus
brazos se quedaron lánguidos a cada lado de su cuerpo, y disfrutó de sus labios
y de la pasión y la ternura que le estaba dedicando. Los besos de verdad eran
así. Una mezcla de vida, luz y chispa eléctrica. Y si no lo eran, entonces, no
valían.
(…)
(…)
-¿Dónde están <<miz>> gafas?
Daana escupió el café, y Menw se partió
delante de su hermano.
Cahal puso los ojos en blanco.
-No te lo tomes a mal, brathair – dijo
Menw –, pero reconocerás que la chica no ha entrado con tan buen pie como para
ganarse el título honorífico a <<Miz Zimpatía>>.
Daana se dobló sobre sí misma ahogándose en
sus propias carcajadas.
-Está bien, chicos – Caleb levantó una
mano y se limpió las lágrimas de la risa –. Vamos a tener un poco… un poco de…
– le faltaba el aire –, de <<misericordia>>.
-Qué cabrón – murmuró Cahal con una
sonrisa –. Que os den a los tres.
(…)
(…)
El silencio era parco en palabras, pero el
lenguaje no se expresaba solo mediante vocablos.
(…)
(…)
Las palabras eran como puñales. Si daban
en el centro de la diana, lo único que podías hacer era tener la misma
puntería.
(…)
(…)
-Y me lo dice un tío que tiene unas alas
de mariposa en la cabeza. Las mías son más grandes – sonrió vanidoso –. Igual
que mi polla.
-A ti te desterraron por creído
gilipollas, ¿me equivoco?
-Y a ti te congelaron, ¿verdad? Oye, ¿y
todavía eres virgen?
Noah sonrió y estudió su escudo con la
estrella blanca en el medio.
-¿Sabes lo que saldría si Thor deja embarazada
a una Thortillera? Tendrías una Superthortilla. No dejes nunca embarazada a Miz.
(…)
(…)
Todos tenían derecho a vivir sus sueños, ¿por
qué no? Y nadie debía decirles cómo hacerlo.
(…)
(…)
El amor llegaba como un vendaval. Lo veías
venir, pero no podías evitar que lo volara todo por los aires. Arrasaba. Y al
druida no le había hecho falta casi nada para arrasar con ella.
(…)